Como el rocío.
- Pepelu Fernández
- 9 sept
- 2 Min. de lectura
Me cepillaba los dientes, quizá era el peor momento para la metafísica, entonces sellé la boca, rápido, notando la tensión en mis mejillas. Pues sé que las palabras, como el agua, no conocen grillete. Cerré los ojos, me enjuagué…
Desde la noche de los tiempos el ser humano se enfrenta a la erosión. La dentadura es una ruina arqueológica ¿No da rabia lo inevitable? Me imagino un beso entre dos personas maduras, perfumado de eucalipto, como en la novela de Manuel Vilas. Imagino una conversación hermosa, un «te quiero», un «cariño te espero cuando salgas del trabajo», o cualquier frase de esas que hacen que la vida tenga sentido. Entonces me doy cuenta, según pasa el tiempo, el «camerino» donde esperan esas palabras bonitas para salir a escena, está cada vez más deteriorado.
¿Pasa eso con el resto de nuestro cuerpo? ¿Qué clase de broma es esta, en la que, según nos crece el corazón, y se vuelve hermoso, robusto, empático, maduro, tenga que vivir entre órganos cansados y huesos blandos? La precariedad de la vivienda también existe en el plano emocional.
El consuelo está en la mortalidad, ya que la naturaleza, como siempre, es más sabia que nosotros y no permite, por más que la medicina lo intente, dejar nuestra mente en esa infravivienda que supone cumplir noventa o cien años. Al menos no por mucho tiempo.
Amo a mis mayores. Me gustaría que al cumplir noventa, todos pudieran volver a sus cuerpos juveniles, que los estuvieran esperando con los ojos abiertos, vivos y les dijeran:
―Ahora vamos a coger nuestra pensión y «vivir» tú y yo la mar de tranquilos. Sin criar hijos, sin doblar el lomo, sin tener que reaprenderlo todo.
Claro que sé que eso también es el gancho de casi todas las religiones. Es un consuelo fácil y manido. Pero j0d3r, en mi cortísima experiencia en esto de la vida, vivir a veces roza lo absurdo. Dormir, comer, cagar, mear, beber… ¿No podría limitarse a soñar, amar, respirar, pensar, crear? ¿No hay una clara jerarquía con esto de los verbos? ¿No podríamos ser más volatiles? Ser como el rocío, efímeros y hermosos.
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